En este post de Finca La Alcudia os queremos ayudar mediante consejos sobre el uso de la mantilla en las bodas. 

Se trata de un complemento con mucha presencia y carácter; que le confiere personalidad al look tanto de madrina o novias; aunque su colocación no es tan sencilla. 

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El uso de mantilla en las bodas: origen y protocolo

El uso de la mantilla

Foto: A todo confetti

La evolución de este complemento a lo largo de los años se ha debido a factores de diversa índole, tanto sociales como climáticos. 

El origen de esta prenda es algo incierto, pero se cree que se comenzaron a usar a modo de abrigo, para cubrirse del frío. De esta forma comenzaron a popularizarse y estandarizar su uso como complemento, a modo de ornamento. 

En la zona norte de nuestro país, el tipo de tejido que se empleaba era más grueso, por lo que ayudaba a resguardar del frío; mientras que en las zonas del sur, era más ligero, y su función era simplemente la de complementar el resto de la indumentaria.

Había una diferenciación entre la mantilla de diario, de las de días especiales: estas últimas presentaban más adornos y bordados; mientras que las primeras, eran muy sencillas.

El uso de la mantilla comenzó a estandarizarse en las clases bajas, sin peineta. Fue en el siglo XVII cuando esta evoluciona y se comienzan a sustituir los tejidos por encajes. 

Ya en el siglo XVIII las clases más altas comienzan a usarlo a modo de ornamento. Es la reina Isabel II la que populariza esta prenda en los actos sociales con lo que le confiere a la mantilla una categoría de pieza para eventos especiales. Las damas de la corte comenzaron a usarla también para después, extenderse su uso en actos de categoría; tal y como la conocemos actualmente.

Su uso ha quedado relegado en nuestros días a ocasiones como bodas o en semana santa. 

Cómo vestir la mantilla

El uso de la mantilla

Ante todo, la mantilla tiene que tener el largo adecuado según la altura de cada persona: por delante, debe llegar hasta las manos; y por la parte de atrás, el largo debe estar unos dedos por debajo de la cadera.

Para evitar que se mueva, se suele fijar de forma discreta en los hombros. Un truco para esto y que no quede tirante, es ladear la cabeza hacia el lado contrario que vayamos a pillar, para así tener la suficiente holgura como para poder mover la cabeza tranquilamente.   

También se le coloca un broche en la parte trasera, para fijar aún más la mantilla y evitar situaciones incómodas con esta.

En el caso de que sea la novia la que lleve la mantilla, esto sería el ‘algo prestado’ perfecto: un broche familiar.

La mantilla en bodas

Después de los novios, la madrina o madre del novio sería la tercera figura más importante, y a la que le corresponde el uso de la mantilla; siempre y cuando la novia no decida llevar una. 

El uso de la mantilla

Su uso ha tendido a desaparecer, quedando relegado o visible sobre todo en el sur de España. 

Para una boda de día, si la madrina va a llevar mantilla el traje deberá ser corto, un vestido o traje de dos piezas; aunque el protocolo más estricto aprueba que aunque la boda sea de día, la madrina además de la novia, también puede ir de largo. 

En bodas de tarde – noche, esta irá combinada con un traje largo. Por norma general, debe lucirse en trajes de una pieza y de manga larga o francesa. 

Las mantillas blancas o de tonos marfil se dejan para las mujeres solteras, mientras que las negras para las casadas. Las mantillas de colores no están bien vistas.

Hay que tener en cuenta la altura de la madrina o novia a la hora de elegir la mantilla: para mujeres altas, mejor una mantilla larga; y para mujeres más bajitas, mantilla corta. 

La peineta

Sin duda, un elemento indispensable para lucir mantilla, es la peineta. Las más utilizadas para mantilla negra son las de carey; mientras que para mantillas claras, el material perfecto es el nácar. 

Al igual que con el largo de la mantilla según la altura de la persona que la vaya a lucir, con la peineta también podemos variar el tamaño: para mujeres altas, mejor peinetas cortas; y para mujeres bajas, peinetas largas, para crear un efecto de altura. 

Las peinetas largas no son tan fáciles de llevar, y también dependerá de nuestros rasgos faciales: si tenemos la cara alargada, mejor una peineta baja.